En zonas del planeta con fallas lentas (velocidades de movimiento inferiores a un milímetro al año) como la cuenca de Guadix-Baza, los grandes terremotos se repiten, por fortuna, al cabo de unos pocos miles de años. La historia sísmica reciente de las fallas de nuestro territorio, como la falla de Baza o la de Galera, se remonta a los últimos 500 años desde que existe documentación histórica, y con algo más de precisión a los últimos 100 años, desde que disponemos en nuestro país una red de sismógrafos. Por tanto, nuestro registro de grandes terremotos es incompleto y poco preciso.
Para mejorar el conocimiento de cómo funcionan las fallas activas del territorio, cuál es la magnitud máxima de los terremotos que pueden producirse y cada cuánto tiempo se repiten estos grandes terremotos, los científicos tratamos de identificar paleoterremotos o terremotos fosilizados en el registro geológico.
Nuestro equipo de investigación está trabajando en las fallas de Baza y de Galera con el propósito de completar su historia sísmica identificando estos antiguos sismos. Para ello, buscamos lugares en los que la falla está cubierta por depósitos muy recientes, de unos cuantos miles de años.
Realizamos trincheras en esas zonas para comprobar si la falla ha sido capaz de romper, de cortar, estos sedimentos jóvenes. Y en caso de hacerlo, sabemos que ha sido producido por un terremoto. A partir de análisis radiométricos, datamos con precisión esos sedimentos y podemos conocer la edad exacta de estos paleoterremotos.
En los años 2017 y 2018, realizamos varias trincheras a lo largo de la falla de Baza, que nos ha permitido reconstruir su historia sísmica. Hemos identificado 9 paleoterremotos en los últimos 45.000 años que nos permiten calcular un periodo de recurrencia o repetición de estos grandes eventos cada 5000 años aproximadamente. Es necesario aclarar que esta cifra representa un valor mínimo porque es probable que haya otros paleoterremotos que no hemos identificado en nuestras trincheras. Es muy importante seguir investigando para precisar esta cifra. Y otra consideración importante es que en las trincheras identificamos únicamente los terremotos de mayor magnitud, que son capaces de romper en superficie. Por ejemplo, terremotos de magnitud 5.2 como el de Lorca de 2011, no fueron capaces de producir rupturas. Esta experiencia nos revela que el periodo de repetición de eventos con una magnitud como el de Lorca es mucho menor, y por tanto es importante mejorar el conocimiento de la peligrosidad sísmica de la región.
Recientemente, hemos abierto varias trincheras en la falla de Galera, en las proximidades de Castilléjar y Cortijo del Cura. En los análisis preliminares hemos podido comprobar la existencia de varios paleoterremotos. Hemos tomado muestras para datar estos eventos sísmicos y esperamos disponer de los resultados en los próximos meses.
Un aspecto común de las trincheras realizadas en Galera-Castilléjar y en Baza es que, además de los paleoterremotos, se observan unas rocas de falla con unas características únicas en el mundo. El estudio tridimensional de la zona de falla que realizamos en Baza despertó el interés de la comunidad científica internacional. En las nuevas trincheras que acabamos de abrir vamos a realizar un estudio similar.
Estas rocas de falla, se suman a los excepcionales afloramientos de sismitas que hay en Galera, Cúllar y Castilléjar, y convierten al territorio del Geoparque de Granada en un laboratorio excepcional para la investigación de zonas de falla activa.